RadioTonica

Si tienen tiempo...vean esto....

viernes, 8 de mayo de 2009

Equilibrio de sinrazones




El equilibrio, el yin y el yan, el blanco y el negro, los matices entre los extremos. Una de las cosas que me angustian en esta saturada oferta de gurús y de sabios que promueven estas cosas que se caen de maduras (pienso yo), es que de seguro no sean tan obvias. Por supuesto que sin desmerecer la filosofía y los siglos de pensamiento que hay detrás de estos conceptos y figuras, no vamos a ignorar que han sido reducidos a una suerte de baratijas de las ferias de las pulgas. ¿Me explico? Seguro no mucho, puesto que suelo pensar escribiendo, y cuando el enredo es mayúsculo, se debe reflejar en las letras.

Quiero decir que cuando tanta gente sigue, consulta, escucha, ‘consejos’ para mejorar su vida; y estos consejos responden a la lógica más básica y barata del sentido común, hasta consejillos de frases echas, (todo pasa, después de la tormenta viene la calma, son pruebas de la vida), supongo que –y juro que espero equivocarme- el panorama no es muy alentador en la perspectiva de pensar por sí mismo.

Claro que saber cómo deben ser las cosas no asegura que uno las aplique a la vida, pero me parece increíble que debamos recurrir a personas que aplican la fórmula de la felicidad en siete pasos, el camino del éxito en cinco y hasta cómo mantener la felicidad por toda la vida con la misma persona en cuatro –pasos, digo- (porque ni hablar de los truquitos para el sexo...

Pienso que hay dos respuestas, o necesitamos de otros para que nos digan lo que sabemos que debemos hacer, desde el fondo de nosotros mismos. Porque si lo que estos personajes nos dijeran pensáramos que es estúpido, por supuesto que ni minutos les dedicáramos. O, la otra opción, es que no somos capaces de dedicarnos unos minutos diarios para saber qué es lo que esperamos de nosotros mismos en el camino de conocernos. Por supuesto, hay demasiada gente que en el fondo teme conocerse.

La angustia, el corre-corre, las cuentas de fin de mes, el reality en la tele, las fiestas, los compromisos sociales, ocupan el suficiente tiempo, para no tenerlo lo suficiente para buscar respuestas propias. Aunque de todos modos, por supuesto, las respuestas que queremos, las obtenemos de los gurús que más se acomoden a nuestros deseos o expectativas sobre la vida.

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Claro que de pronto sea mejor, puesto que en el camino de conocernos nos podemos encontrar con algo que no nos guste. Algo que debamos enfrentar y resolver. Si nos lo dice otro, siempre podemos hacer como que no oímos, como que no es con nosotros o como que nada que ver.

Bueno, al fin y al cabo, siempre hay un momento en que la vida se encarga de refregarnos que no hemos sido capaces de cumplir con nuestros propósitos de lo que esperamos de nosotros. Para algunos es mejor escuchar con sorpresa de labios de otros, y hacer como si hasta ese momento revelador no hubieran caído en cuenta de lo que tenían que hacer con sus vidas. Y luego, agotados, aplastarse a descansar frente a la pantalla chica, alienarse y olvidar que hay que comenzar algún día.

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Creo que son dos cosas diferentes, escucharse es una, escuchar a un otro cercano es algo muy distinto. En uno la palabrería es hueca y carente de sentido a nuestro cotidiano, sin embargo en el segundo caso, a veces escuchar a otros que nos valoran y quieren bien, y por tanto nos respetan, puede ser alentador para dejar de hacernos los tontos. Estamos sumidos en una suerte de espejismo que nos embrutece. Aveces no estamos conformes con la vida que llevamos, y como no nos atrevemos a asumir los costos que lleva cambiarla, buscamos quienes nos la solucionen, o quienes nos la empeoren, para tener a quién echarle la culpa. Creo que uno siempre sabe lo que tiene que hacer, pero casi nunca llegamos al fondo, levitamos en la superficie, una levitación alienante que no nos permite sumergirnos.