No es fácil ser rockero. No es sencillo dedicarse completamente al rock y salir airoso en el intento, sin rasguños de importancia, ni magulladuras que enluten tu historia....los problemas suelen venir materializándose en diferentes formas, sabores y aromas, por lo que difícilmente puede aplicarse una fórmula que permita a nuestros queridos rockeros pasarse el dato, e impedir lo que aveces parece inevitable.
Grandes nombres se han transformado en leyenda tras su muerte. Aparecen los mitos, surgen los endiosamientos y se pierden las esperanzas de verlos nuevamente, aunque claro, algunas bandas se las arreglan para no quedar en el olvido....desde el reality show de INXS para encontrar a su nuevo vocalista - ya habían reemplazado al fallecido Michael Hutchence, pero un juego de esta naturaleza permitía mucha exposición -, hasta la patética imitación de Jim Morrison por parte de Ian Astbury en su gira con The Doors. En fin, las muertes afectan de diferente manera.
Para algunos basta que algunos de sus miembros no esté, para bajar la cortina. Es el caso de Led Zeppelin, quienes, tras la muerte de John Boham, jamás volverían a juntarse oficialmente - los otros estan vivos - y sus reuniones no pasaron mas allá de ser meras conmemoraciones...o Nirvana, que , por razones obvias, murió junto a Kurt Cobain. Pero tampoco es tan obvio, pues la historia demuestra que, en casos, la lógica no se da, y muchas veces, la muerte del líder no significa el fin de una agrupación. Rekiem se sobrepuso al fallecimiento de su fundador, líder y compositor, Julián Durney, y siguió adelante....o los Doors, que persistieron sin su figura rutilante...o The Who que reemplazó al irremplazable Keith Moon, los mismos Metallica que pusieron a Newsted en vez del fallecido (y grande) Cliff Burton, ya para que hablar de mis tíos , Los Jaivas, que poco después de la muerte de Gato Alquinta, ya estaban en los escenarios.
Un 29 de Enero de 1992, a los 77 años de edad, falleció el gran Willie Dixon; en este caso, las razones son obvias, este guerrero venció al destino y su muerte fue por cosa de vida - aunque suene ilógico -. Quien no pudo torcer la mano al rótulo de rockstar fue Sid Vicious, que en el '79 murió por sobredosis de heroína, convirtiéndose en todo un ícono del punk más allá de lo musical, sino que encarnando los ideales del estilo y con una forma de vida caótica y autodestructiva....En este caso, su fallecimiento no provocó el fin del grupo, que ya se había separado, ni la imposibilidad de su reunión, pues el bajista definitivo siempre fué y ha seguido siendo Glen Matlock.
Otro gran ejemplo es el aguardentoso Bon Scott, que en 1980 fué encontrado muerto en el asiento trasero de un auto. La historia es conocida, al menos en el ambiente rockero, y, si bien la voz de Bon era fundamental en el sonido caracteristico de AC/DC , su importancia estaba reducida a la de cantante, pues las riendas del asunto siempre fueron llevadas por los hermanos Malcom y Angus Young, quienes decidieron seguir adelante con un nuevo vocal, Brian Johnson.
Las historias e influencias son distintas. Las consecuencias de cualquier deceso también tienen su propia magnitud e importancia. Muchas veces son una especie de impulso, permitiendo a familiares y herederos recaudar millonarias ganancias por un poco de rock.....he ahí los litigios de Courtney Love por los derechos de las canciones de Nirvana, las peleas de los familiares de Jimmy Hendrix, o las desavenciencias entre Paul McCartney y Yoko Ono, en fin, son temas a los que ya estamos acostumbrados, la muerte es un actor importante en mi querido rock, y así como nos ha quitado imperdibles valores, también ha sido capaz de influir en la creación de invaluables piezas de colección, en todo sentido, el epitafio sigue siendo... el rock.
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